Cuando hablamos de proteger a nuestros hijos, solemos pensar en su educación, su salud o incluso en detalles tan triviales como si han hecho los deberes o si han comido lo suficiente. Sin embargo, cuando se trata de actividades al aire libre, como subir a la montaña, parece que esa mentalidad protectora desaparece. ¿Por qué? ¿Por qué somos capaces de enviar correos absurdos a los profesores exigiendo cambios en las notas, pero no invertimos en algo tan básico como la seguridad en un entorno hostil? La montaña con seguridad no debería ser una opción, sino una prioridad.
Cada verano, en muchas de las cumbres que visito, se repiten escenas que rozan lo surrealista: grupos de jóvenes desorganizados, sin preparación, sin equipamiento adecuado y, lo que es peor, sin conciencia del peligro al que se enfrentan. Como guía de montaña, he sido testigo de situaciones que solo pueden explicarse por la suerte. Y la pregunta que me hago es: ¿de verdad queremos dejar la vida de nuestros hijos en manos de la suerte?
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La Montaña No Perdona: ¿Por Qué Necesitamos Montaña con Seguridad?
La montaña es un lugar tan bello como implacable. No es un parque temático donde todo está controlado. Aquí, un error puede costar caro. Y, sin embargo, cada verano vemos a personas enfrentándose a este entorno sin la preparación adecuada. Jóvenes con zapatillas de ciudad, sin agua suficiente, sin ropa técnica y sin la más mínima idea de lo que están haciendo. No llevan mapas, no consultan el tiempo y no saben cuánto tiempo les llevará la ruta. Es como si pensaran que la montaña es un decorado de película, donde todo saldrá bien porque sí.
Practicar montaña con seguridad no es un lujo, es una necesidad. Sin embargo, muchos padres permiten que sus hijos se enfrenten a este entorno sin la preparación adecuada. ¿Por qué? Quizás porque no entienden los riesgos. O quizás porque subestiman la montaña. Pero la realidad es que la montaña no perdona. Y cuando algo sale mal, las consecuencias pueden ser devastadoras.
Escenas de Desorganización: Lo Que Vemos Cada Verano
Como guía de montaña, he visto auténticos desaguisados en cumbres como Monte Perdido en Pirineos o Torrecerredo en Asturias. Estas son algunas de las escenas más comunes que se repiten cada verano:
- Falta de equipamiento básico: Jóvenes intentando subir con zapatillas de ciudad, ropa de algodón y sin mochilas adecuadas. Muchos no llevan ni siquiera un chubasquero, a pesar de que el clima en alta montaña puede cambiar en minutos.
- Ausencia de planificación: No estudian la ruta ni consultan mapas o guías. Algunos ni siquiera saben cuánto tiempo les llevará la ascensión o el nivel de dificultad del terreno; simplemente van detrás de alguien que dice que conoce la zona.
- Falta de agua y comida: Es común ver a grupos que no llevan suficiente agua o alimentos energéticos, lo que puede derivar en deshidratación o agotamiento. Por ejemplo salvar la Canal de Trea en Picos de Europa en pleno verano a las 2 de la tarde, cuando solo hay un punto de agua para beber, en una subida que requiere de abundate hidratación.
- Desconocimiento del clima: Muchos no revisan la previsión meteorológica antes de salir, exponiéndose a tormentas eléctricas, niebla densa o cambios bruscos de temperatura.
- Grupos desorganizados: Sin un líder claro ni un plan de acción en caso de emergencia, lo que lleva a decisiones erráticas, como separarse o continuar la ruta a pesar de señales de peligro.
Estas situaciones no son anecdóticas. Se repiten cada verano, y muchas veces las tragedias se evitan por pura suerte. Pero, ¿y si la suerte no está de tu lado?
Montaña con Seguridad: La Labor de un Guía de Montaña
Contratar a un guía de montaña no es un lujo, es una inversión en seguridad. Como guía, mi trabajo no es solo llevar a la gente de un punto A a un punto B. Mi trabajo es prevenir los riesgos. Porque sí, la montaña puede ser peligrosa, pero con la preparación adecuada, con el equipo correcto y con alguien que conozca el terreno, esos riesgos se minimizan.
Un guía de montaña no solo conoce las rutas, sino que también sabe cómo actuar en caso de emergencia. Sabe leer el clima, identificar riesgos en el terreno y tomar decisiones que garanticen la seguridad del grupo. Además, un guía puede enseñar a los jóvenes a respetar la montaña, a entender sus peligros y a disfrutar de ella de forma responsable.
La montaña con seguridad no es solo una cuestión de equipamiento o planificación. Es una cuestión de actitud. Es entender que la montaña no es un lugar para improvisar, sino un entorno que exige respeto y preparación.
¿Por Qué No Invertimos en Seguridad?
La pregunta que me hago cada verano es: ¿por qué no invertimos en seguridad? Somos capaces de gastar dinero en cosas triviales, pero cuando se trata de algo tan importante como la vida de nuestros hijos, nos mostramos reticentes. Contratar a un guía de montaña no es caro si lo comparamos con el coste de un rescate o, peor aún, con la desgracia de una muerte.
La montaña con seguridad no debería ser una opción, sino una prioridad. No se trata solo de disfrutar del paisaje, sino de volver a casa. Y eso, créeme, no tiene precio.
La Montaña con Seguridad Es Responsabilidad de Todos
Como padres, tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros hijos. Y eso incluye enseñarles a respetar la montaña y a entender sus peligros. No podemos dejarlos en manos de la suerte. No podemos permitir que se enfrenten a un entorno hostil sin la preparación adecuada.
La próxima vez que pienses en llevar a tus hijos a la montaña, recuerda esto: la montaña no perdona. Aquí, la única forma de garantizar la seguridad es tomándote en serio la preparación.
Montaña con Seguridad, Siempre
La montaña con seguridad no es un lujo, es una necesidad. No podemos dejar la vida de nuestros hijos en manos de la suerte. Como guía de montaña, mi trabajo es garantizar que cada persona que sube a la montaña regrese a casa habiendo disfrutado al máximo de la experiencia. Pero esa seguridad empieza con una decisión: tomarse la montaña en serio.
Así que la próxima vez que pienses en subir a la montaña, pregúntate: ¿estás dispuesto a invertir en seguridad? ¿O prefieres dejarlo todo en manos de la suerte?
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